La luz se escapa entre
las copas de esta novela sórdida y oscura. Unas niñas, unas madres y esa
maldita justicia que no existe. ¿Es posible perseguir sin mirar al suelo un
rayo que centellea y salir indemne? Si crees que sí. Si te gustan las emociones
fuertes, ábrete paso entre el ramaje, coge aire y húndete en la ciénaga.
“Cuando Victoria recibe el anónimo encargo ‒acompañado
de un cheque de explícito y sustancial contenido‒, empieza a imaginar que los
infiernos barceloneses que ella conoce están a punto de ganar kilómetros en
profundidad. Dos hermanas desaparecidas, de 6 y 8 años. Una de ellas, ya
asesinada brutalmente; la otra, en paradero desconocido. Lo que significa que
hay que encontrarla lo antes posibles, viva y entera preferentemente”.
Victoria González, detective
y ex periodista, entra en el nido de víboras arrastrando su embarazo de cinco
meses para seguir la pista de las niñas. Tendrá que vérselas con personajes que
exorcizan sus prejuicios sociales. La misma intolerancia que desemboca en la
cloaca de la maldad. El embarazo de Victoria, la negligencia de Adela, madres
biológicas y madres de acogida. La maternidad, en su sentido más amplio, es una
de las protagonistas de esta novela en la que todo se compra y todo se vende.
La vida que crece en el vientre de una mujer contra el mercadeo de una Barcelona
tan real como diferente a ésa que se explica desde las instituciones.
Las descripciones
fotográficas de Cristina Fallarás
tienen nervio. Así, un tomate chafado y reseco tirado entre la
basura de una calle del Raval confiere autenticidad a la historia que se
explica, porque todos tenemos grabada en la retina la imagen de ese tomate, o
la ropa inmaculada de las rubias de la Bonanova, o las botas de piel de
serpiente de ese macarra que es uno, y a la vez, todos los del mundo. Traficantes
de drogas y de almas. Un mercado en el que todos juegan su papel: los que
consumen, los que compran, los que venden, los que encargan y los que cumplen los encargos.
Las niñas perdidas cuenta con todos los ingredientes que una novela
negra debe tener. Escrita con gran intensidad, lenguaje rasposo y denuncia
social, nos deja con ganas de conocer qué nuevas pesquisas seguirá Victoria
González, una detective de corte tan clásico como genuino.
Esta novela ha sido
galardonada con el Premio internacional
de novela negra “L’H Confidencial 2011”
Las niñas perdidas
Cristina Fallarás
Barcelona: Roca, 2011
4 comentarios:
Buena portada. Veo que el género negro es el rey, en estos momentos.
Buena recomendación.
Besos.
Detective embarazada?
Casi como en Fargo.
Besos.
La detective embarazada de Fargo se aleja bastante de esta... A mí lo me gusto más de la novela es la manera que tiene Cristina Fallarás de romper esquemas preconcebidos; nada es lo que parece ser. Besos,
Victoria González está embarazada, pero eso es todo lo que tiene que ver con Fargo. Se trata de una "hembra alfa" con todo lo que comporta. Una detective que se implica en el caso arriesgando su salud en todos los sentidos. Energética, de las que se arremangan y se ponen manos a la obra, mientras los demás se quedan dándole vueltas a los pros y los contras. Me he quedado con muchas ganas de leer otra aventura de ella.
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