lunes, 22 de febrero de 2010

Dándole vueltas de Frederik Peeters




“Dándole vueltas recoge un total de veintiséis historias, algunas coloreadas para la ocasión, que Frederik Peeters ha gestado a lo largo de una década en diferentes publicaciones, principalmente Bile Noire. A lo largo de sus páginas reconocemos al creador que, a fuerza de experimentar, no ha dejado de crecer. Juega con los códigos gráficos, cambia los puntos de vista, sus personajes pueden sufrir tanto de incontinencia verbal como mostrarse totalmente mudos… Se las ve con un macabro artista de las cavernas, con un asesino a sueldo filósofo, con sus compatriotas suizos, tan queridos como despellejados…, e incluso con Orson Welles.

Peeters cultiva el eclecticismo. Y lo hace con sus armas favoritas: el cinismo, el humor negro y un punto de vista bastante hedonista al retratar esos instantes que iluminan el día con un cierto placer. El candor y la inocencia para enfrentarse a la implacable realidad de la vida”.


De esta manera tan iluminadora Astiberri nos presenta “Dándole vueltas”, un volumen recopilatorio de historias cortas creadas entre 1998 y 2005 por Frederik Peeters.

Las narraciones de este volumen nos permiten recrear a través de una sensibilidad única, su honestidad conmovedora y no por eso exenta de humor negro. Son relatos en los que conviven las miserias humanas en todo su esplendor con la mirada lúcida de los niños y los perros. Un universo construido a base de sutiles detalles en el que, definitivamente, tener corazón es una putada.

La explicación de porqué las narraciones no han sido retocadas nos la ofrece el propio Peeters con la autenticidad característica de su voz.

“Seamos francos. Hubiera podido retocar algunas historias que me parecen anticuadas o hacer una selección más drástica. Pero me acordé de mi abuelo, que siempre me decía que cuando se hace algo, o se hace hasta el final o mejor no se hace. Por cierto, como ejemplo de ello, mi abuelo terminó suicidándose. A lo que íbamos, es como la historia de la silla coja. Se empieza por serrar un poco un pie, luego otro poco de otro y al final, nos encontramos con el culo en el suelo. Así que decidió dejaros mi silla tal cual era, un poco descuajaringada, es verdad, pero con las patas originales. Siempre hará feliz a algún que otro anticuario escrupuloso. Sin olvidar que aun así, se han restaurado algunos colores en cuatricromía. Las bicromías originales ya no estaban técnicamente presentables.”


En Dándole vueltas encontramos relatos de personajes desubicados en diferentes épocas de la historia. La evocación del pasado como evasión. Seres en los márgenes de la existencia, perdidos en islas, recorriendo ciudades, recordando guerras. Miradas que nos abren el corazón y nos obligan a abrazarlas sin reservas, como ocurre con la del perro protagonista de “El país de la felicidad”, la historieta que más me ha gustado de este volumen.

Tenemos en las manos un cómic que funciona en dos sentidos, ya que tanto puede leerse como un viaje a los inicios creativos del autor, como una avanzadilla de lo que, tal vez, nos reserve en un futuro. Porque desde los trazos más duros en blanco y negro del principio hasta las piezas finales a color, en estas historietas encontramos las semillas que anticipan sus futuras creaciones. Éste es un recorrido en el que Frederik Peeters se revela como un autor que juega con todo haciendo disfrutar de lo lindo a sus lectores.

En fin, un cómic para ser leído del derecho y del revés, así como para descubrir a un auténtico creador sin límites de ningún tipo.

Peeters, Frederik
“Dándole vueltas”
Astiberri
ISBN: 978-84-92769-01-8

2 comentarios:

Igor dijo...

Nada sabía de este hombre. Perfecto, más madera para mí.
La explicación del por qué no retocó los originales es relamente buena. La metáfora de la silla coja, muy divertida y al tiempo, inteligente.
Saludos.

Patricia dijo...

Hola Igor, F. Peeters es total, te recomiendo muchísimo su obra. Y la historia de la silla coja me ha llegado al alma. Me ha hecho pensar en los escritos antiguos que cuelgo tal cual los escribí, porque es como atrapar un trozo del pasado en la pantalla del ordenador. Casi un milagro.

Saludos!