lunes, 29 de agosto de 2011

20 Polvos, una novela de Rafael Fernández




Con fuerza apabullante, Rafael Fernández, narra las aventuras de Sigmundo, un apuesto joven de imaginación prodigiosa, quien siente que la vida no le da lo que merece.

Sigmundo se ve obligado a convivir en un dúplex de lujo con su frígida novia, mientras sobrevive trabajando de “fregachín”. Una vida cobarde y sumisa muy alejada de su sueño heroico de convertirse en escritor de éxito.

Pero el rumbo de los acontecimientos pronto dará un brusco giro, cuando su blog resulte ganador de un concurso nacional. Este triunfo, junto al encuentro fortuito con la perrita-musa Anaïs Nin y la aparición en escena de una asistenta del hogar muy entregada, funcionará como desencadenante de grandes cambios. Sigmundo recibirá una oferta de empleo que, por fin, le permitirá dedicarse en cuerpo y alma a la escritura. Ese empleo será el impulso definitivo que dará forma a la historia que nos cuenta, una aventura que transcurre entre Fuerteventura y Madrid.

“20 Polvos” avanza surcando los encuentros y desencuentros sexuales de Sigmundo, y Rafael Fernández demuestra ser buen funambulista pues sabe desplazarse sobre la fina cuerda que separa lo que es provocadoramente divertido, de lo que es asqueroso sin posible remisión. Y él, el Ezcritor, consigue fundirse con el horizonte.

Su imaginación nos regala escenas perfectamente ilustradas con imaginativos photoshops, que hacen que te sientas como si estuvieras en casa, frente a la pantalla del ordenador, en vez de estar leyendo atentamente las páginas de un libro. Y no sólo eso, la narración se muestra tan disfrazada de autenticidad falaz como esas fotos que lo adornan, tal vez por eso su lectura resulta conmovedora.

Sí, el personaje de Sigmundo explotando su lado oscuro, contra viento y marea, para convertirse en escritor, es entrañable. Y hace bien el narrador al recrearse en los aspectos más escabrosos de sus experiencias sexuales. Esos detalles son un buen gancho para mantener la atención del lector que, después de tantos polvos, acaba por aburrirse un poco, y hasta unas gamberras salchichas de Frankfurt llegan a provocar algún que otro bostezo.

También se agradecen las fotografías y los guiños autobiográficos que apelan a la agudeza del lector para distinguir entre ficción, exageración, o lo que podría ser verdad. Pues Rafael Fernández resulta ser un gran fabulador que retuerce la realidad para pellizcarnos el culo con sus cuentos descarados. 

Parece que escribe mirando a Henry Miller y a Anaïs Nin, eso está bien. Pero no debería desconsiderar a otros maestros que han pisado terrenos más escabrosos, que se han enfangado hasta el cuello y que han sabido asomarnos al abismo atávico de la sexualidad. Estoy pensando en Jean Genet, en Princesa Sapho,  en Pauline Réage. Y, por qué no, en Stephen Vizinczey, Ryu Murakami o incluso en Leopoldo María Panero. Miradas rebeldes que no se quedaron raspando la superficie.

El sexo es un universo lleno de matices que apelan a los sentidos y que trazan con fantasía sus aristas poliédricas. Bien es sabido que los escritores tienden a tener una vida sexual muy activa (y las escritoras, posiblemente aún más). Por eso, es de agradecer que no todos se dediquen a redactar sus aventuras. Sería pernicioso un exceso de novelas en las que los autores se limitasen a recrear sus conquistas sexuales. Sobre todo, si se trata de encuentros facilones, no selectivos. Entonces, la falta la imaginación, de reto, la negación del arte de la conquista, abocarían esas historias a un saco vacío, carente de morbosidad y de interés. Esperemos que Sigmundo no acabe convirtiéndose en un ogro sodomizador que devore al Ezcritor.

Será bonito ver brillar la poderosa imaginación de Rafael Fernández en otro escenario, cuando se haya quitado el disfraz de Sigmundo.  

Yo esperaré los fuegos artificiales.


20 Polvos



12 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Oye, pues tiene muy buena pinta.
Siempre descubres tesoros.

Besos.

Patricia dijo...

Pues ahora que lo dices, sí que me veo como buscadora de tesoros... Pero de esos que van con un detector de metales por la playa :)

Alexandre Vaudeville dijo...

Yo habría preferido diez polvos bien intensos y especiales con historias especiales en vez de veinte encuentros con revolcón, pero bueno, quizás es un guiño hacía su antiguo blog en "veinte" minutos.

Oye, en eso de que dices que la vida de un escritor@ tiende a ser activamente activa te refieres a ejecución con personas o a simple masturbación? ;)

Yo creo que un escritor divulgador científico puede ser bastante casto, no?

Salu2.

Patricia dijo...

Sexualmente activo/a de todas las formas posibles. Que yo sepa sólo se vive una vez, y es maravilloso disfrutar de lo que la naturaleza nos ha dado. Hay masturbaciones que son mejores que algunos polvos, hay polvos que tienen más de masturbación que de penetración y hay amores platónicos con los que tienes sueños eróticos cada puta noche.

En fin, lo que quería decir que hay situaciones que facilitan el encuentro carnal. Incluso estar detrás de una barra subida sobre 10 centímetros de tarima, te convierte en un ser más visible, más deseable.

Los escenarios son afrodisíacos. Cualquier persona sobre un escenario gana sexapeal. Y mostrar tus escritos también produce ese efecto, porque es una vía rápida para que la gente empatice con tu mundo interior (90% del ligue conseguido).

Por supuesto existen muchos libros de sexualidad como divulgación científica que no presupones una vida sexual activa de su autor.

Pero... estamos hablando de una novela que transcurre enlazando esos encuentros y ¡desencuentros! ¡Que no siempre triunfa! Así que imagino que Rafael Fernández debe follar bastante. Creo que no tanto como quiere hacer ver, pero no tiene pinta de santo ni de casto.

;P

Alexandre Vaudeville dijo...

Después de publicar el libro seguro que follará a diario con un chasquear de dedos, jaja!

Los libros de sexualidad como divulgación científica sólo tienen que provocar una vida sexual activa en el autor si en las imágenes o o ilustraciones hay primeros planos de miembros, si hay descripciones calientes, si se refiere a humanos (a no ser que a uno le ponga la zoofilia) de lo contrario puede que incluso provoquen repelús! Hasta el porno es más glamouroso que la descripción literaria de una cópula como un estudio basado en el método científico, a no ser que uno sea un pervertido puesto que en este caso, la visión de una banana le podría provocar una erección!

Todas las personas, salvando los full castratis e iluminatis tienen necesidades sexuales, se pueden reprimir por alguna razón, sustituir vagamente, algunos estarán reprimidos por complejos o por excesiva fealdad, otros simplemente malfollados, otras follarán más o menos pero el deseo está ahí. Yo creo que escribir de sexo estimula y punto, pero un escritor de terror, no se... un escritor de cuentos infantiles, no se... Creo que hay oficios o aficiones más calientes como estar detrás de una línea caliente, ser gogó, etc...

Por cierto, estos comentarios no los hago para "meter" ni para calentar a nadie, yo soy un eunuco virtual, mi vida sexual está cubierta bajo un manto de misticismo y tantrismo de dimensiones de titánicas.

Ya me he masturbado con estas palabras, esta noche descanso, jaja!

Igor dijo...

Bueno, al fin y al cabo es litertaura... Me ha gustado el argumento y el aviso de la portada.
La verdad, cada vez me atraen más este tipo de libros, el hoy.
Saludos.

Patricia dijo...

Hola Alexandre, ya sabía yo que de tanto hablar de sexo acabarían sonando las campanillas de tu celibato. Alguien tendrá que sujetarte los pies y colgarte boca a bajo para que tus fans puedan aprovecharse de tu misticismo.

Pero déjame puntualizar que él ni escribe cuentos infantiles ni tampoco hace terror. Así que no acabo de comprender. Es una lectura divertida y eso ya me parece ¡¡mucho!!! Yo si me aburro paso de un libro y los de Houllebecq los he llegado a dejar abandonados por cualquier sitio ( a ser posible encima de un truño) ¡Por Dios! qué escritor más malo que es Houllebecq. Prefiero mil veces las aventuras sexuales de Sigmundo. Además, el rollo con su mamá lo deja claro desde el principio. Está muerta y sólo se le aparece su fantasma, como hacía Elvis con Christian Slater en Amor a quemarropa ¡Peliculón!

Lástima que el libro deje tanto poso como en su momento dejó Txiquilicuatre. En mi opinión eso es lo que hay que trabajar, profundicar los argumentos.

Salu2

Patricia dijo...

Hola Igor, es una lectura muy recomendable para personas casadas. Los solteros preferimos la realidad ¡Jojojojojo!

Perdona, pero a veces puedo ser muy mala ;P

Alexandre Vaudeville dijo...

Yo no mantengo ningún celibato, I´m just a Blogger, la persona detrás de esto, es otro tema, tiene

Por supuesto que él no escribe cuentos de terror ni infantiles, coño, he puesto ejemplos de escritores que no tienen porque excitarse con ello ni tener una vida sexual activa, lee mi bien mi comment!!!

Mi escritora cachonda favorita es Ana Rosa Quintana, sobretodo cuando plagia sin darse cuenta y da la culpa a otros, jeje!

Explorador dijo...

Polvos y novelas, mmm, que gran tema, jajaja, me gusta leer sobre sexo, pero creo que es difícil hacerlo bien, y ser contundente, sucio o lo que se pretenda sin parecer impostado. Supongo que el autor lo consigue, a tenor de tu entusiasmo.

Un abrazo :)

Patricia dijo...

Mr. Vaudeville, yo leeré mejor cuando tú te expreses mejor ;P

En cuanto a la paja literaria de Ana Rosa opino lo mismo. She's the best! Yo lo firmo, pero no lo he escrito sola, hay alguien bajo la mesa que lo hace, pero ese alguien es muy malo y se ha copiado de otra ¡Qué cachonda la tía!

Hola Explorador, el libro es divertido, entretenido, pero no busques acantilados profundos :)

¡Un beso!

Alexandre Vaudeville dijo...

¿Expresarme mejor? Entonces eso nunca sucederá, más claro y lineal no se puede ser, solamente hay leer desde lo terrenal! ;)